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EL ALCALDE DE ZALAMEA / Imatges de la companyia

Espectacle editat
Data
2015 - 2016
número de registre
TLL001386
Idiomes
Castellà
lloc
Teatre Lliure
crèdits
Visualització i usos permesos dins el termini dde cessió de drets per contracte. Passat aquest termini, visualització només amb finalitats informatives, educatives i/o culturals. Cal citar © Autor i font (Arxiu del Teatre Lliure)
descripció
Regresa la Compañía Nacional de Teatro Clásico dirigida por Helena Pimenta con uno de los textos del Siglo de Oro español que mejor cuentan el abuso de poder. Calderón, siempre contemporáneo. Drama de honor, El alcalde de Zalamea aborda los desmanes que la soldadesca provoca impunemente sobre los ciudadanos y la obligación, para los habitantes de los pueblos y aldeas que se encuentran en el camino del ejército, de alojar a los soldados en sus casas. Fue llevada tres veces a escena por la Compañía Nacional de Teatro Clásico: en 1988 dirigida por José Luis Alonso, en 2000 con puesta en escena de Sergi Belbel, y en 2010 bajo la dirección de Eduardo Vasco. Veinticuatro intérpretes, entre actores y músicos pondrán en pie una de las obras más representadas y conocidas de nuestro teatro áureo. Como obra maestra del Siglo de Oro español y de la dramaturgia universal de todos los tiempos, El Alcalde de Zalamea se resiste a la simplificación. Cada época, cada circunstancia, cada geografía, descubre en ella lo que necesita. La CNTC la ha puesto en pie en tres ocasiones y esta vez propone un nuevo acercamiento, necesariamente distinto, con el afán de continuar desvelando al público lo que se esconde tras las palabras de Calderón. Es difícil encontrar un texto dramático que posea escenas tan emocionantes y tan perfectas. Parece una pirueta imposible el movimiento de lo cómico a lo trágico y viceversa. La respiración se detiene al avanzar de un lugar a otro, de un conflicto a su contrario, del día a la noche y buscamos tomar aliento en los momentos no tan lógicos que nos permite esta extraordinaria concepción del espacio y el tiempo. Es una obra sobre el amor porque el autor pone el acento en el desamor. Es una obra sobre la justicia porque predomina la injusticia. Lo es sobre el honor como sinónimo de fama, opinión o como virtud imprescindible en un militar, en el ejército de un estado, o como conciencia y dignidad personal, algo a lo que todo ser humano tiene derecho y, con demasiada frecuencia y demasiado pronto, hacen acto de presencia el deshonor, el abuso, el fingimiento. Y ¿qué decir de la excepcional construcción de los personajes; los que están y los que llegan a Zalamea? Contradictorios, como siempre en Calderón. También grandes, desenvolviéndose en medio de un turbión que se inició con los primeros versos de la obra, tratando de mantenerse en pie para llegar al final de su vida teatral trasladando al espectador la idea de que, a pesar de todo, la vida sigue. Esta es la historia de un fracaso, del abuso de unos seres humanos sobre otros, de una batalla perdida, como lo es la de la propia vida humana. Calderón parece querer lanzarnos esa idea al igual que lo hizo Cervantes. Y yo, en la propuesta que me dispongo a iniciar, palabra a palabra, verso a verso, como ellos mismos hicieron, apuesto por la vida, por la ficción que nos la cuenta, porque, como ellos, creo en el sueño de lo imposible que habita en nosotros desde el principio de los tiempos. Helena Pimenta