Un espectáculo de creación sin palabras en el que se puede ver, en tempo
suave, la sección de una casa de tres plantas de una familia burguesa europea.
Una reflexión a tiempo real sobre la comunicación, nuestra sociedad, la vida y
la muerte. Un ejercicio de voyeurismo para el espectador. De hecho, un
espectáculo apto sólo para voyeurs. El placer de mirar detrás de una trama,
como si fuéramos el James Stewart de la Ventana indiscreta. Un importante
hombre de negocios acaba de morir. Su viuda y su hijo regresan a casa
después del entierro. Casualmente, la viuda se llama Gertrudis y el hijo Hamlet.
Un posible prólogo a la obra más conocida de William Shakespeare.
Àlex Rigola